viernes, noviembre 10, 2006

Un viaje

El miércoles estuve en Cádiz. Bueno estuvimos en Cádiz. El instituto se dignó a sacarnos de las cochambrosas clases y nos llevó, sin bozal ni correa, a la mismisíma Cádiz. Fue un viaje bastante bonito, por las cosas que vimos y por la organización- lo siento, miento, la cosa no fue tal-. Pero, lo más importante, me reí mucho.
A las seis menos veinte estaba el menda en la av. Carlos III esperando a que llegasen los demás y los profesores, que llegaron, costumbre, tarde. Mientras charlaba, aparecieron todos, con cara de sueño, con pocas ganas de nada y yo mientras, riéndome porque de lejos aparecía mi profesor de Historia del Arte con un andar cansino. No saludó riéndose... Al montar en el autobús comenzó la juerga. Tengo cierta verborrea, es imposible hacerme callar una vez que me siento despierto, pero mi acompañante, del que omiteré el nombre por si cuento cosas que no debo, es más o menos de mi estilo. Comenzamos hablando de cualquier cosa y, tras la primera parada, comenzamos a hablar y a cantar algunos versos de carnaval... se nos pasaron las dos horas y media del resto... ¿volando? ¡Imposible! ¿Y qué pudo, de vez en cuando, interrumpir nuestra animada conversación? Pues un disco de la sensacional tuna madrileña con éxisto de ayer y hoy, de siempre, de los de toda la vida como la archiconocida Clavelitos, Si Adelita se fuera con otro, etc. Una deliciosas canciones que escuchamos tres veces porque, según mi teoría, el conductor no se atrevía a quitarlo vaya que le picase. Hubo un momento en esa mezcla de panderetas, bandurria y demás voces de tenor y bajo: Déjame en paz un rato, que eres un coñazo. Sí, en el autobús es mi tarea.
Al llegar se me olvidó el móvil en el autocar y fui todo el camino preguntando por mi móvil.
Monumentos, monumentos, monumentos. Como me explicaba un amigo mío el otro día: Vais a ir follaos', lo vais a ver to' por fuera, no vais a entrá en na'... pero, eso sí, tendréis mucho tiempo libre. Y así fue. El tiempo libre vino como llamado del cielo.
A la hora de la comida la gente se esparció, unos se bañaron en La Caleta, otros se perdieron y el resto, nosotros cinco- Marian, Ana, María, mi acompañante desconocido y yo- fuimos a comer a un bar que encontramos tras una hora y pico de andar por las larguísimas calles de Cádiz. Tras las risas en la comida y la aparición de un tipo con cara de felicidad, volvimos a La Caleta donde habíamos quedado a las cuatro aunque los otro dos profesores que nos acompañaban aparecieron media hora después, uno de ellos un poco achispado. Monumento, plaza Mina, cafelito, tienda de Martínez Ares, monumento a la Constitución de 1812 y para casa.
La vuelta en el autocar estuvo amenizada por una película llamada Las Cruzadas, de la cual todos teníamos esperanzas de que fuese porno, pero no fue tal, era mala, mala... ¿mala? Así que, Alba- para mí Manolillo- cantó ese flamenco que se escucha ahora, pero lo hizo muy, muy bien... Más risas, insultos a dos cabezones y llegada a Córdoba, donde mi acompañante secreto se mojó hasta que Padilla se dio cuenta de que no tenía paraguas.

P.D: ¿Quién se parecía a Pedro Reyes?¿Y a Voltaire?¿Y a Rousseau? Yo no lo sé y tú acompañante secreto.

Las fotos del viaje las publicaré en el post siguiente, cuando ya las tenga todas y haga una selección pero hay una que no me puedo resistir a poner...

... ustedes entienden ahora el por qué. Pero lo principal no es solo el primer plano si no la foto del Hombre del Polo Amarillo y la de Jose... vean y disfruten.

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