Bibliotecas públicas
Soy un fan de las bibliotecas públicas, voy asiduamente porque leo asiduamente, además, disfruto paseando entre libros y viendo títulos y diciéndome para mí: este ya lo he leído, o bien, este ni de coña, o bien el tonto ese que me está mirando y riéndose con el colega tiene todas las papeletas para que lo espere a la salida. En las biblioteca públicas te puede pasar de todo, como me pasó a mí hace unos años, cuando el bibliotecario, un hombrecillo de no más de metro cincuenta, pelo casi al cero y con una barbita que ahora se consideraría de metrosexual, me recriminó que si no firmaba una protesta contra el canon de 0,20 centímos de euro y entonces yo me volví hacia él y apenado le dije que era menor, pero a él no le importó y me hizo firmar con aquel garabato infantil.
Las bibliotecas han cambiado mucho desde aquel entonces, de cuando yo iba, recién empezada la ESO y pedía novelitas de misterio para leer en las tardes libres: descubrí a Sherlock Holmes, a Gaston Leroux, a Astérix y Obélix, a Ruiz Zafón en ediciones Edebé, o a César Mallorquí. Con ellas descubrí que las novelas podían hacerme estar en otros mundos, en otros lugares, en otras situaciones. Ahora han añadido ordenadores, puedes conectarte a internet gratuitamente y dos horas semanales por carnet, aunque creo que ahora esto también ha cambiado y ya es indefinido. También ha cambiado la gente que va, excepto yo, que parezco perenne, y los bibliotecarios, naturalmente, siempre a tiempo parcial, han ido evolucionando, de este tipo afeminado que comentaba al principio, a una mujer que fue trasladada a la central y ahora que, como creo que asiste a clases preparto, o como caray se llame eso, ahora solo abrirá algunos días y algunas horas, pero no sé cuales.
En las bibliotecas también se conoce gente, no se liga, ya se lo digo yo, pero sí que se puede tratar con gente, cruzar un par de frases, incluso alguna risa falsa para que se crea que el chiste que ha hecho pongamos sobre Lucía Etxeberría (no comments, please) es lo suficientemente bueno como para irse a su casa satisfecho y con librito bajo el brazo. Se puede hablar con el bibliotecario o bibliotecaria: ¿Qué te ha parecido el libro? Bien, no sé, era fácil de leer y te entretenías, yo lo recomiendo... y hablando de recomendar... ¿qué me recomiendas para esta semana? Y entonces, tienes la posibilidad de hacerle caso o no, yo todavía no le hecho caso, y, que conste, que siempre me ha recomendado el mismo libro: Llévate la Joven de la perla, yo creo que te gustará y entonces es cuando le dices que prefieres algo más... ligerito, y pides Mauricio o las elecciones primarias, de Eduardo Mendoza, o cualquier otro libro (este es solo un ejemplo porque es el último que he leído); entonces comienza una conversación sobre Eduardo Mendoza y acabas de acuerdo en que su mejor libro es el primero El caso Savolta pero que hay otros que te hacen reír y te divierten, que es, al fin y al cabo, la finalidad de una novela.
En definitiva, yo opto por sablar a la biblioteca de mi barrio porque es una cosa divertida y barata, sablar no, hombre, sino leer a costa de los fondos públicos.
Por cierto, está francamente bien la nueva biblioteca de Lepanto por la que me he paseado un par de veces en busca de imposibles (y como buenos imposibles no los he encontrado), es grande, y se está fresquito, además, en la tercera planta hay un silencio sepulcral, que inspira a la lectura y a la reflexión. Si pueden, vayan, es una de esas cosas que TitaRosa ha hecho en condiciones aunque, caray la nota discordante, no está completa del todo.
2 comentarios:
Seguro que hay gente que va a la biblioteca solo por el aire acondicionado..
Y mira que se pueden pasar buenos ratos en la biblioteca como esos dias que vas con más gente a "estudiar" y luego acaban riéndose de los de al lado o hablando de cualquier otro tema.
En fin, mira que a mí me gusta leer, pero ya mismo voy a empezar a estudiar (o eso creo) y no me gusta empezar libros y no acabarlos.
Bueno, ya he cumplido con mi comentario.
Saludos querido Berma!!!
Querido Berma, gracias por tu conversación del otro día (...) y oye, he visto el vídeo que has hecho y me ha traído a la mente aquellos años en los que estuve en la Laboral. Luego, la vida os va a llevar a cada uno por un lado, pero ese buen rollo lo llevaréis todos dentro y saldrá en las ocasiones difíciles. Yo tengo todavía que escribirlo. Habrá gente que no la verás en años, pero que en cuanto sabes algo de ellos/as te alegras y ellos/as se alegran también por ti. Ahora, a sacar esa carrera que no yo pude y a leer Crimen y Castigo, que me lo has prometido. Besos de la mala. Y oye, para la juerga de septiembre a ver si contáis con estos carrozones del infierno.
Publicar un comentario