Cuando acaba
Cuando se acaba el amor, casi sin remedio, tenemos ese mal día que deseamos no tener, de repente, te embarga el sueño, te mata la conciencia y quieres que nadie te mire. Hay gente que necesita un hombro, otro una oreja, otros un simple papel, para poder descargar lo que sienten en ese momento, en todos los que vive desde el día anterior, desde esa discusión que machaca la felicidad y hace trizas el corazón. La que te robó, el que te robó, el alma en conversaciones, en besos y sudores placenteros, se convierte ahora en el martirio diario, cuando miras su foto, la que guardas furtivamente para que tus amigos no sepan que todávía estás por ella, por él, y que te sientes como uno de esos perros solitarios al que se le muere su dueño y lo esperan siempre a la puerta del cementerio. Y así, acabas trastocado, trastocada, cuando te pregunta ese amigo despistado, que solo sabe de ti porque te ve de vez en cuando por ese chico, esa chica, con el, la, que te veía pasear... y tú le dices: Lo hemos dejado o te lo tomas a risa y te lo llevas a invitarlo a una cerveza mientras lo pones al corriente de todo lo ocurrido.
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